Europa es un pésimo lugar para intentar hacer política. Uno de los principales objetivos de esta actividad humana, es poder influir en el poder ó llegar a ocuparlo, para desde allí, promover la modificación sustancial de realidades en todo tipo de ámbitos; pero el poder político por estas latitudes está tomado por el “Capital”.
La configuración de la “Comunidad Económica Europea” como una asociación de países donde se “blinda” la posibilidad de modificación del sistema económico, no permite la posibilidad de un cambio sustancial en el estado actual de las cosas. Europa, por lo tanto, guarda servidumbre a las leyes del mercado y a las decisiones adoptadas por los consejos de administración de las grandes compañías transnacionales. Consejos integrados por personas que no han sido elegidas democráticamente, y que por supuesto, no tienen entre sus objetivos la búsqueda del “Interés general”.
En nuestras sociedades europeas llamadas “De Consumo”, la imposibilidad de poner en cuestión de una forma radical el funcionamiento del sistema económico como parte significativa del horizonte de actuación política, castra y desanima a las corrientes ideológicas que buscan invertir el funcionamiento de la superestructura. El mensaje lanzado es claro, se podrá elegir “democráticamente” en cualquier estado socio a gobernantes de cualquier ideología más o menos considerada “decente”, pero estos, una vez elegidos, estarán obligados a no intervenir en la configuración y el funcionamiento del sistema económico. Gobiernos de derechas e izquierdas en Europa, tendrán siempre mucho en común; la defensa obligada del libre albedrío del sistema capitalista de libre mercado.
Por José Luis Manchón
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Fuente: El Faro Crítico
Crisis Global y Sistémica - Decrecimiento - Democracia Inclusiva - Transición - Permacultura
"Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos"
Viktor Frankl
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